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Sudamérica: Crecimiento récord de eléctricos, ¿dónde está Tesla?

Sin Tesla, las ventas de vehículos eléctricos están en auge en Sudamérica

El avance de las marcas chinas, los cambios en los hábitos de compra y la apertura de infraestructuras estratégicas están transformando el mercado automotriz sudamericano, impulsando una rápida adopción de vehículos eléctricos.

Cuando Luis Zwiebach, un empresario peruano dedicado a las energías renovables, intentó comprar un automóvil eléctrico en 2019, se topó con numerosas dificultades. En ese momento, la disponibilidad de modelos era escasa, las marcas globales no operaban oficialmente en Perú y los procedimientos de importación eran sumamente complejos. A pesar de ello, Zwiebach viajó miles de kilómetros hasta California para probar un Tesla Model 3 y determinar si el esfuerzo valía la pena. Ante la ausencia de un importador oficial y los complicados requisitos administrativos, optó por adquirir un vehículo que ya había sido importado por un individuo. Esta vivencia, que hoy parece remota, sirvió para evidenciar la situación de aquel entonces: un mercado incipiente, con poca preparación y sin la infraestructura necesaria para la recarga de vehículos eléctricos.

Hasta el primer intento de recarga del coche trajo consigo desafíos imprevistos. En una residencia ubicada en las afueras de la capital peruana, la falta de una toma de tierra adecuada impidió que el automóvil se cargara correctamente. Zwiebach ideó una solución ingeniosa que hoy evoca con humor: insertó un tenedor en la tierra para establecer la conexión requerida y, para su asombro, el método resultó eficaz. Estas historias ilustran la fase tan temprana en la que se encontraba la infraestructura eléctrica en la zona hace tan solo unos pocos años.

Hoy en día, la situación ha cambiado radicalmente. Si bien Tesla todavía no cuenta con salas de exhibición en Perú, el panorama automotriz ha experimentado una profunda metamorfosis gracias al arribo de firmas chinas como BYD, Geely y GWM, junto con fabricantes consolidados que han expandido su catálogo de vehículos híbridos y eléctricos. La rivalidad entre marcas, la disponibilidad de precios más asequibles y una infraestructura en rápida expansión están fomentando una aceptación que hace tan solo cinco años se antojaba inverosímil.

El arribo masivo de vehículos chinos y la transformación en las preferencias de los consumidores

El mercado automotriz peruano —y, por extensión, sudamericano— está experimentando una transición acelerada hacia tecnologías menos contaminantes. Aunque los vehículos eléctricos todavía representan una fracción pequeña del total de automóviles vendidos en Perú, su crecimiento es significativo. Entre enero y septiembre de 2025, se comercializaron 135.394 autos nuevos en el país, y dentro de esa cifra, los híbridos y eléctricos alcanzaron un récord de 7.256 unidades. Esto supone un aumento del 44 % respecto al mismo periodo del año anterior.

La puesta en marcha del gigantesco puerto de Chancay, inaugurado el año anterior al norte de la capital peruana, ha marcado un antes y un después. Este complejo portuario, financiado con inversión china, ha acortado considerablemente los plazos de transporte transpacífico, posibilitando a los productores disminuir los gastos de logística y agilizar la entrega de automóviles a Sudamérica. En un escenario donde China afronta mayores obstáculos comerciales en Estados Unidos y Europa, la región sudamericana se ha erigido en un mercado clave para el crecimiento de sus empresas automotrices.

Firmas como BYD han sabido capitalizar esta coyuntura: la compañía tiene previsto inaugurar su cuarta sucursal en Lima antes de que concluya el año, al tiempo que fabricantes como Chery y Geely ya poseen una robusta implantación en el mercado. La asequibilidad de los precios constituye un pilar esencial de su atractivo. Frecuentemente, un automóvil eléctrico de origen chino se comercializa por aproximadamente el 60 % del costo de un modelo similar de Tesla, lo que facilita el acceso a esta tecnología a un espectro más amplio de compradores.

Este crecimiento ha generado oportunidades paralelas. El propio Zwiebach, motivado por el interés creciente de los compradores, expandió su empresa hacia servicios complementarios como la instalación de cargadores, paneles solares y soluciones de eficiencia energética. Promotoras inmobiliarias, universidades y centros comerciales en Lima y Arequipa ahora incluyen infraestructura de carga en sus proyectos, algo impensado hace unos años. En palabras del emprendedor, instalar un cargador en un hogar “se ha vuelto tan simple como conectar un teléfono”.

China comprende la relevancia de distinguirse y amoldarse a las preferencias de cada lugar. Diversos distribuidores en Perú, Chile, Uruguay y Argentina confirman que los productores asiáticos modifican especificaciones, costos y configuraciones para satisfacer las demandas de los consumidores de la zona. Adicionalmente, establecen alianzas con entidades bancarias para proporcionar financiamiento conveniente y ofertas especiales, lo que consolida su presencia en el sector.

Uno de los casos más emblemáticos es Uruguay, donde BYD ya figura como el tercer mayor vendedor de vehículos —incluyendo eléctricos y de combustión— solo por detrás de Chevrolet y Hyundai. La cuota de mercado de las marcas chinas en ese país supera el 20 %, más del doble que en 2023. La combinación de calidad, precios competitivos y disponibilidad inmediata ha resultado irresistible para muchos consumidores.

Un mercado regional en plena transformación impulsado por infraestructura estratégica

El impacto del megapuerto de Chancay va mucho más allá del territorio peruano. Considerado un proyecto clave dentro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, este moderno puerto es ahora uno de los principales puntos de entrada de vehículos chinos a Sudamérica. De acuerdo con Cosco Shipping, operador del puerto, cada embarcación que llega transporta entre 800 y 1.200 automóviles. Las operaciones han escalado rápidamente: en julio arribaron 3.057 autos, comparados con los 839 registrados en enero.

Chancay se está convirtiendo en un nodo logístico regional. A través de transbordos marítimos, los vehículos chinos que llegan a Perú viajan también hacia Chile, Ecuador y Colombia. Esta estrategia permite abastecer mercados donde los autos eléctricos ya alcanzan cifras récord. Por ejemplo, en Chile, la cuota de vehículos eléctricos en las nuevas matrículas llegó al 10,6 % en septiembre; en Brasil, al 9,4 % en agosto; y en Uruguay, al 28 % en el tercer trimestre de 2025.

Hoy Chancay es una pieza clave del engranaje que permite el rápido despliegue de autos chinos en todo el continente. Empresas como Chery ya utilizan este corredor logístico para acelerar entregas y ganar presencia en un mercado donde la demanda crece mes a mes.

Sin embargo, el dinamismo no se limita al Pacífico. Brasil, el mayor mercado automotriz de la región, está recibiendo crecientes volúmenes de vehículos chinos. A inicios de año, el mayor portavehículos del mundo atracó en el puerto de Itajaí con cerca de 22.000 autos, una señal clara del ritmo exponencial de importación.

Paralelamente, Brasil se está consolidando como un centro de manufactura a nivel regional. BYD ha puesto en marcha el montaje de automóviles eléctricos en la antigua factoría de Ford ubicada en Bahía, y Great Wall Motors ha iniciado la producción parcial en una instalación que previamente operaba Mercedes-Benz. Se prevé que ambas compañías comiencen a distribuir sus productos desde Brasil a otras naciones de la zona antes del año 2027.

Los acuerdos comerciales del Mercosur y los tratados con México y Chile fortalecen esta posibilidad, creando una red favorable para la expansión de estas marcas a mediano plazo.

Desafíos, posibilidades y el porvenir de la electrificación en Sudamérica

A pesar del progreso innegable, persisten obstáculos que frenan una adopción más acelerada de los automóviles eléctricos en la región sudamericana. Una de las dificultades más frecuentes es la disparidad en la infraestructura de puntos de recarga. En naciones de gran extensión, como Argentina o Perú, cubrir largas distancias puede volverse complicado por la ausencia de una red ininterrumpida de carga veloz. Luis Zwiebach lo sintetiza de forma contundente: trasladarse de Tumbes a Tacna —dos puntos geográficos opuestos de Perú— continúa siendo un reto para un coche eléctrico.

Las distancias amplias, los terrenos variados y la falta de inversión constante en infraestructura eléctrica se combinan para crear obstáculos que aún deben resolverse. No obstante, los consumidores destacan beneficios que podrían acelerar la adopción, como los bajos costos de mantenimiento, la ausencia de visitas regulares al taller y el ahorro a largo plazo en combustible.

Otro punto de fricción se encuentra en las políticas comerciales. En Brasil, algunas asociaciones industriales y sindicales argumentan que las marcas chinas están aprovechando temporalmente aranceles bajos para inundar el mercado con autos importados, en lugar de comprometerse con mayor producción local. Además, algunas investigaciones en torno a condiciones laborales en nuevas plantas han despertado preocupación pública. Como respuesta, el Gobierno brasileño ha comenzado a restablecer aranceles a la importación de vehículos eléctricos, que podrían alcanzar el 35 % en julio de 2026.

Estas disposiciones, no obstante, también están fomentando un incremento en la inversión en plantas de producción nacionales por parte de las firmas chinas, quienes aspiran a consolidar su presencia a largo plazo sin depender exclusivamente de productos importados.

En paralelo, la percepción del consumidor también está evolucionando. Varios concesionarios señalan que las marcas chinas, antes asociadas a productos económicos y menos sofisticados, ahora son apreciadas por su tecnología, sus sistemas de seguridad y su durabilidad. La afirmación de que “los chinos ya cumplen estándares globales de calidad”, repetida por líderes de cámaras automotrices, refleja un cambio profundo en la opinión pública.

Los precios atractivos continúan siendo un factor crucial para el crecimiento. En Uruguay, por ejemplo, un automóvil eléctrico de BYD puede tener un valor aproximado de 19.000 dólares, una cifra notablemente más asequible en comparación con las marcas convencionales. Según la observación de un distribuidor uruguayo, «con el mismo presupuesto que se destinaría a dos camionetas de marcas establecidas, es posible adquirir tres vehículos de origen chino».

Por Sofía Rodríguez

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